1.- Nuestro cuerpo no está intoxicado, por lo que no necesita desintoxicación. FALSO

En realidad nuestro organismo sufre una constante intoxicación alimentaria y medio ambiental, que es la causante de muchas de las enfermedades que padecemos en este siglo.

Los contaminantes y toxinas invaden nuestro entorno, se encuentran en el aire, el agua, los productos cosméticos y, sobre todo, los alimentos que ingerimos habitualmente.

· Los tratamientos para la conservación de los alimentos, aditivos, conservantes, hormonas, antibióticos e incluso parásitos son importantes fuentes de toxinas.
· Así como también lo son las grasas saturadas de muchos alimentos procesados.

2.- Nuestro organismo ya cuenta con recursos suficientes para eliminar toxinas. FALSO

Es cierto que el cuerpo posee órganos y mecanismos de eliminación de toxinas, pero están preparados para eliminar una cantidad mínima de éstas.

Sin embargo, el número de toxinas que acumula nuestro cuerpo hoy en día supera con creces las que los órganos pueden gestionar. Y ello está originando enfermedades como sobrepeso, obesidad, problemas renales y hepáticos y, por supuesto, cáncer.

Con la ingesta de zumos de frutas y verduras y hábitos alimentarios saludables ayudamos a estos mecanismos a trabajar mejor; y, de paso, a que nuestro sistema inmunológico no tenga que dedicar recursos a esta función y haga lo que debe, que es defendernos de virus y bacterias.

3.- La desintoxicación no ayuda a prevenir cáncer. FALSO

La eliminación de toxinas, la depuración y la renovación de células del organismo son factores importantes no solo en la prevención de diferentes tipos cáncer, también en su tratamiento.

Veamos por qué.

Cuando una persona desarrolla un cáncer es consecuencia de un progresivo aumento de las células tumorales, ya sea por factores genéticos o ambientales (entre los que se incluye la alimentación). Cuando se detectan las células malignas significa que éstas han excedido la cantidad de células nocivas que el sistema inmunológico es capaz de eliminar, y significa también que el propio sistema está ya dañado.

Para evitar esta proliferación de células malignas y la acumulación de toxinas, es imprescindible mantener un correcto funcionamiento del sistema inmunológico y alcalinizar el organismo mediante el consumo de alimentos ricos en antioxidantes, vitaminas, minerales y enzimas vivas (que son rápidamente absorbidas en forma de líquidos y aumentan el crecimiento de células sanas). ¿Y dónde encontramos todos estos beneficios? En las frutas y las verduras frescas.